Pero ya nada sería igual desde
que descubrimos que había sido él,
nuestro líder, ese que había abierto los ojos a la sociedad y había marcado un
camino de esperanza, había sido él quien se había quedado con el dinero
recaudado entre todos los que vivíamos en las chabolas para salvar al pequeño
de María. Desde entonces supimos que ya no había esperanza y decidimos empezar
de nuevo. Yo fui el primero que cambié mi cartera y mi corbata por unos
vaqueros y una caja de herramientas para comenzar la reconstrucción del mundo.
Los niños me siguieron con sus Meccanos.
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