Normandie

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viernes, 23 de mayo de 2014

Desconectada

Y por qué no? Pensé. Así que abrí la cápsula que me acababan de dar con el café en el AVE y...deslicé el contenido en el vaso de cartón. Mmmmm delicioso el café con leche. No recuerdo hace cuanto que no tomo leche en el café.
Estoy empezando a desvariar. Ataque de pánico. Ya son seis meses controlándome, seis largos meses sin comunicación. Nada de leche ni azúcar ni chocolate...no tabaco, no fritos, no dulces, no televisión, no google, no twitter,  no smartphone. Y dicen que esto me hará bien. Cada vez me siento más desorientada.
No recuerdo a mis amigos. Miro la tableta apagada y fría. Negra. Ausencia de color.
Añoro mis chats, mis lecturas compartidas, saludos transversales. Abrazada, enredada en la maraña de blogs y posts.
La nada. Apagón monumental del alimento del espíritu, si alguna vez dispuse de ello. Apago. Enciendo. Login. Logon. Enchufo. Desenchufo. Nada. Nada. Nada.
Coloco una nueva pila de libros de papel en el suelo. Los ordeno por colores. Por tamaños. Me cubro con ellos como si de una manta me sirviera. Me recuesto sobre ellos como almohadas y cojines de las mil y una noches. Y me duermo. Me despierto.
... Por qué no? Sonrío. Cojo uno de los libros. Lo abro. Sigo las líneas con la mirada, paso página una y otra vez, me gusta. Me río. Y me decido: vuelco el sobre de azúcar en el vaso de café con leche.
Soy libre. Vuelvo a leer.

martes, 13 de mayo de 2014

MI MENTE DEMEDIADA


Me acerqué, porque tenía que hacerlo, a visitar a mi viejo amigo el Doctor Trelawney para que terminara de tratar mi mal. Cogía el cepillo de alambre y frotaba durante cinco minutos para ir demediando mi mal. Yo no estoy convencida de que fuera necesario, ni siquiera de que existiera ese mal en mi mente. Pero desde pequeña mi madre me lo repetía incansable: «Hija no se puede sacar partido de ti. Si pudiera quitarte ese mal de tu cabeza! No sé por qué te da por pensar tanto. Te vas a volver tonta!». Pero estoy muy contenta porque el doctor Trelawney me ha dicho tras esta sesión que antes del verano mi mente estará demediada y yo, ¡por fin curada de mi mal!

Y parece que va funcionando porque ya consigo pasar el día entero sin pensar. Me dejo llevar y ya está, sin complicaciones. Ya no surgen esas locas ideas de cambiar las cosas que tanto desesperaban a mi madre. Sufría como un estado de ansiedad que me martirizaba. Que le martirizaba. ¿Por qué nací tan deforme? Creo que tardé mucho en nacer y se me deformó el cráneo. Eso es. Y mi mente se descolocó y no funciona. Genera pretensiones absurdas que no me pertenecen. Cálmate. Todo va bien.

Menos mal que conocí al doctor Trelawney que es experto en solucionar casos imposibles, de esos que aparecen uno entre un millón, como el mío. No sé si realmente conoce la solución. Pero con el tratamiento siento como que me falta algo, alguien. Cuando pensábamos las dos juntas era todo más fácil, me sentía segura. Presumía la existencia de un mundo más feliz. De que existía algo más tras los muros. Te echo en falta. No sé cómo seguir sin ti. Tú eras la más fuerte. Mi vida demediada no tiene ya sentido. Me voy a comprar un sombrero.

EL DOCTOR TRELAWNEY

Epub con relatos de participantes en el club de lectura "Cósimo visita el distrito 12" organizado por Palaya de Ákaba y la Comunidad de Madrid.




miércoles, 7 de mayo de 2014

Una tumba no es lugar seguro para desaparecer


“Piensas, «¿cómo se puede hacer?
¿Cómo se puede hacer daño a alguien que ya está muerto?»”
Jim Thompson. El asesino dentro de mí.

Cada mañana era lo primero que hacía, ir a mirar desde mi ventana. Tenía que encontrarle. Ya le había visto en más de doce ocasiones, pero siempre había logrado desaparecer de mi vista antes de que pudiera hablarle. Decirle que a pesar de todo aún le amo.

Sabía que era cuestión de tiempo, de tesón, de muchos cafés delante de la ventana. Rostros, nombres y direcciones iban pasando delante de mí y yo los guardaba a todos. Eran la clave para llegar a él. Tenía que ser cuidadosa y seguir siempre la misma rutina, un paso en falso y le perdía. Pero ellos me iban a acercar a él.

De todas formas, la vida se construye sumando momentos y, en uno de esos aleatorios momentos que derivan tu existencia, le vi. Era él. Su rostro. Su nombre. Su dirección. Su dirección!

Únicamente me quedaba seguir el protocolo, como cada vez. Paso a paso hasta llegar a él. Me puse aquel vestido sexy que tanto le gustó siempre, mis zapatos de tacón diez centímetros, mis labios rubí, y me fui tras él. Esta vez le alcanzaría…

Seguí su rastro desde mi ventana. Amigos, amigos de amigos, grupos, compras, búsquedas… ahí está. Es tan fácil. A por él.

Otra mañana más, sigo sintiendo lo mismo, esta angustia, este odio, esta nausea. Nada ha cambiado. Tengo que encontrarle. No le puedo perdonar que desapareciera y me dejara con esta soledad, con esta angustia. Una tumba no es lugar seguro para desaparecer. Te volveré a encontrar de nuevo desde mi ventana… y te volverás a esconder una vez más.

La Herencia

“¿Ha pensado alguna vez que hay muchas formas de morir pero sólo una de estar muerto?”

Jim Thompson

Así lo aprendí y así lo mantengo: Hay mil maneras de morir pero sólo una de estar muerto. Y muerto sólo puede estar un cuerpo, porque un muerto ya no es una persona según me parece a mí. Y de cuerpos muertos sé un rato. Mi madre gobernaba una carnicería y mi padre una funeraria. Y yo, que tiendo a ser simple, pensé que para qué tener dos negocios por separado, así que los junté y ahora ofrezco servicio completo. Con oferta especial en el precio, claro está, cuando se encarga desde el principio hasta el final. Como se hace en los grandes negocios.

Porque si fuera por mí, únicamente me encargaría del primero. Cuando era chaval, me pasaba las horas observando a mi madre despiezar con cuidado para luego ir vendiendo cada parte minuciosamente cortada en papel gris encerado. Sin embargo me mareaba el olor penetrante de la funeraria. Hasta los ramos de flores y las coronas olían a muerto. Mi padre hacía todo lo posible por disimularlo con inciensos y ambientadores que no hacían más que empeorarlo. Ese olor se agarraba a las paredes y a los muebles para no irse de allí. Y yo sentía nauseas y salía corriendo en cuanto se despistaban.

Yo he salido a mi madre. Con los años, he ido desarrollando la técnica de la minuciosidad y el arte del trabajo bien hecho. Limpio. Con precisión de cirujano. Así que me paso las horas dedicado al negocio. Hasta llego a comer y cenar allí algunos días. Muchos días. Casi siempre. Como mientras trabajo. Por placer. Me he tenido que buscar un socio para que se encargue de la parte del negocio que detesto. La de mi padre. Y nos complementamos bien, el negocio funciona y tenemos clientes. No demasiados, es cierto, los suficientes para ir tirando.

De "El enemigo interior"
Archivo ePub editado por Playa de Ákaba. Febrero, 2014
Microrrelatos sobre el lado oscuro de las redes sociales, escritos por los usuarios del Club de Lectura Chandler&Thompson

Sofisma?

Qué pretende este título? ...toque "noir" a un romance alegre y fanfarrón ...parece despuntado. Empezar el soneto empezando y burla burlando aparece una jácara ironizando... nada alegre o tal vez si, por lo que tiene de incisión en la cotidianidad.  Razonamiento inverso para desdecir lo dicho y evidenciar lo oculto. Teorema no demostrado. Jacarisma?