Normandie

Normandie

martes, 30 de junio de 2015

La casa encantada


—Vamos, no seas estrecha, en la casa no hay nadie y nadie nos va a ver entrar.
—Tengo miedo, tío, se cuentan muchas historias de lo que les ha pasado a los que entraron en la casa. Dicen que está maldita.
—Cosas de viejos. Mira, voy a entrar, me esperas aquí y verás como vuelvo igual que entré. Eso sí, cuando salga, entramos y nos damos un revolcón. Mira, he traído vodka del bueno, que sé que te pone.
—No seas gilipollas tío, no quiero quedarme sola aquí. Espera, espera…no me dejes aquí…

 Así que entré a una casa medio en ruinas, sucia, llena de derribos, restos de hogueras, latas y jeringuillas sucias tiradas.  Sentí que no estaba solo pero no me creo las historias de los viejos, así que seguí avanzando por los espacios entre los restos de muros que quedaban en pie. Al dar la vuelta a uno de ellos, sentí un golpe que me hizo caer. Al intentar levantarme, una mano me sujetaba fuertemente contra el suelo y una jeringuilla tocaba mi cuello, amenazándome. «La he cagao». Es lo único que se me vino a la cabeza antes de darme cuenta de que tres tipos, además del que me sujetaba, me miraban con una sonrisa malévola.

No hay comentarios:

Publicar un comentario