Normandie
lunes, 14 de septiembre de 2015
Ajuste de cuentas
El bate, «¡Eso, bate!», se le resbalaba de las manos pringosas del aceite de motor con el que acababa de embadurnarlo. Únicamente necesitaba prenderlo para ver dónde se encontraba encerrado. Buscó en la furgoneta y solo palpó cilindros de cartón. Buscó en la guantera y consiguió unas cerillas. La primera convirtió el bate en antorcha, las llamas se deslizaron hasta el traje manchado de aceite y una chispa se coló en las cajas. La dinamita llenó el espacio de luces de colores que iluminaron el cielo en un impresionante incendio que pudo verse desde toda la ciudad. A él lo encontraron junto a una caja de cerillas en un almacén abandonado.
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