Camino somnolienta para llegar un día más a mi trabajo, llueve y me
arrebujo bajo el paraguas, creando ese espacio de intimidad que me separa del
mundo y me hace sentir confortable en mi pequeño rincón. Cuando estoy a un
metro de la entrada, la tormenta se silencia y en el cielo se dibuja un arco de
colores que me hace sonreír. Un avión se esmera en jugar a traspasarlo
emitiendo, en su esfuerzo, un rugido desesperado que ensordece y retumba en mis
entrañas. “Avión de reabastecimiento en vuelo con capacidad para doscientos
cincuenta pasajeros en maniobra de aproximación para tomar tierra” piensa el
ingeniero. “Ave fénix renacida del agua y la magia de la paleta de colores
esparciendo la alegría tras el aguacero” piensa el poeta. Recobrando la
consciencia que une a ambos, poeta e ingeniero atraviesan la puerta que inicia
la jornada.
Con manos de ingeniero modelo la estructura, conformo el mecanismo que
hará a un cachalote de acero y fibra volar sobre las nubes. Con pluma de poeta
convoco a los druidas y a las vestales para que obren la magia por los dioses
concedidas a las aves, de elevarse hacia el éter retando a la natura. Y de la
unión de ambos, ingeniero y poeta, acontece el milagro de la ingravidez antaño vedada
a nuestras mentes.
Trascurre el día escondiendo al poeta y esperando a la noche, cuando el
hechizo transfigure a ambos seres que tienen el destino de nunca conocerse aún
siendo uno. Y cuando el pájaro de hierro renace en ave fénix, el universo se expande
en mi ventana, los muros se desdibujan y desaparecen, los muebles en bosque
encantado se reconvierten y la pluma del poeta inicia su relato.
Erase una vez…un avión ya desterrado que no podía volar. Sus cuadernas
dañadas, dormían en un oscuro rincón, sucias y olvidadas. Soñaba con otros
tiempos en que viajaba sobre los mares, atravesaba nubes y tormentas, y cumplía
su misión sin agotarse. El piloto con mano firme le dirigía y le guiaba para
soltar desde su portón trasero alimentos y material médico en países
devastados. Tras acabar su vida, lo abandonaron y fue perdiendo su color a la
intemperie. Su tristeza la puedo ver cada día cuando paso por su lado.
Entonces, el poeta decide rescatar al avión y devolverle la vida.
Hoy es un gran día: alcalde y concejales, directores y empleados rodean
al viejo avión ubicado en el centro de una gran rotonda. Acicalado y sustentado
por un útil que iza su morro hacia el espacio, como si fuera a iniciar el
vuelo, escucha cómo loan su historia y sus hazañas y le encomiendan la misión de señalar la
historia y el futuro en la entrada principal, para que todos lo saluden.
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