Un hombre mata a su pareja en Dénia cortándole el cuello con un cuchillo. DÉNIA / INFORMACION.ES 14.05.2015 | 11:14
Un hombre ha asesinado
supuestamente esta madrugada a su pareja en la avenida de Gandía
de Dénia. El supuesto
agresor, de 47 años y nacionalidad española, ha cortado el cuello de la
mujer, de 48 y española
también, causándole la muerte y después se ha realizado cortes en las muñecas.
Los hechos han ocurrido a las 04.08 horas. En estos momentos el hombre se
encuentra ingresado en el hospital. El supuesto agresor tenía una orden
de alejamiento.
Leía
el periódico mientras te esperaba en la terracita al lado de la playa, para
compartir café y tostada con tomate antes de empezar la jornada. Miré
insistentemente el whatsapp sin encontrar
un solo indicio de justificación. Cuando llamé al camarero para pedirle la
cuenta, ya era consciente de que ayer habíamos compartido nuestro último
desayuno de confidencias entre amigas y ya no podía hacer nada por ti.
Caminé
hacia tu casa con algodones en mi mente para bloquear los ruidos del dolor que
herían mis neuronas. Me iba así acercando a la verdad que nunca quise
reconocer. Porque la realidad nunca se espera en un periódico. Los periodistas
siempre escriben sobre vidas ajenas a nosotros, en otro barrio, en otro
ambiente, en otro contexto, en otras vidas lejanas a la nuestra. Vivir cuarenta
y cinco años para darte cuenta de que todas podemos ser noticia en la página de
un diario local, descubrir que allí se cuentan nuestras vidas, encontrar que
tan solo hay que leer atentamente cada día para enterarte de un caso más, una
mujer menos.
Por
qué pensamos que todo se arreglará, y nos callamos, por qué esperamos que todo
se resuelva sin intervenir… Así como tras la noche siempre aparece de nuevo el
sol, cíclicamente, incansablemente, sin degradación posible. Puede amanecer día
gris, de tormenta o de vendaval, pero siempre por encima del techo de nubes,
siempre está el sol recorriendo su camino, aunque se nos oculte a los sentidos.
Pero la vida no es tan solo un fenómeno científico, no, no lo es.
Mientras
cruzaba el semáforo, recordé cómo te despedí ayer, con una gran sonrisa
augurándote que todo se arreglaría, que es cuestión de tiempo, que todo pasa, que
todo vuelve a la normalidad… Menuda estúpida. Claro que se ha arreglado, para
el cobarde de tu marido que no sabía cómo enfrentarse a una decisión con
consecuencias: «o ella o yo y conmigo vienen los niños y mis bienes, porque son
míos, tu nunca aportaste nada» osaste decir, y ahí, en ese preciso instante,
salió la fiera oculta, el rencor de diez años en que aparentó quererte para ser
alguien.
Ya
entonces sabías que el tercer embarazo no era la solución, pero estabas tan
desesperada por arreglar lo que nunca se rompió. No, no valen tiritas de papel
higiénico para cortar una hemorragia.
Por
qué no te grité que le dejaras, que hay que enfrentarse con valor a los
problemas si quieres ganar a grandes, que las chicas nunca dan la victoria,
como dicen en el mus. Ahora solo puedo llorarte. Una callada más, una muerte
más, una noticia más en el diario local.
No me silencies, escúchame. VVAA
Playa de Ákaba
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