Llega
corriendo a casa desde el trabajo, aparca el coche y sube a su piso. Entra y
saluda a su perro, que la mira adormilado como pensando «Dónde irá tan deprisa
mi ama», sin apenas levantar la cabeza del suelo. Entra en su habitación
mientras se va quitando la ropa que deja tirada por donde pasa mientras coge la
ropa de deporte, se ata una coleta y, con la bolsa en la mano, sale de casa y
se desliza escaleras abajo hacia la calle que lleva al gimnasio.
«19:00h»
Hola chicas ¿cómo
estáis?
No
viniste la semana pasada…
Empezamos, coged
mancuernas, espaldas derechas, abdominales en tensión…
Seguimos el ritmo
derecha uno, dos, tres, cuatro, izquierda uno, dos, tres, cuatro,…
«
¡Qué cansada estoy hoy! Me habría quedado en casa tumbada en el sofá… ¡Vaya! Se
me ha olvidado llamar a Lucy para felicitarla en su cumpleaños…Lucy siempre ha
sido alguien muy especial, se reservaba para un amor que nunca llegó. Le
sobraba inteligencia y lecturas para los chicos que había por allí. Salíamos a
recorrer los campos después de comer, como todos los días. Quedábamos en el
paseo de la plaza, con nuestros ciclomotores. Hoy, por la vereda la gitana.
Vale. Vamos. Olía a paja mojada, el cielo estaba precioso, lleno de
ondulaciones grises y blancas que barruntaban tormenta cercana. Nos abrazábamos
a nuestras motocicletas por los caminos de tierra, en los atardeceres de principios
de septiembre, cuando el otoño avisaba del fin ya próximo de las vacaciones y nos
anunciaba que tendríamos que abandonar los campos para volver a la ciudad para
iniciar un nuevo curso en el instituto. Mientras se separaban las hileras de
árboles a mi paso y, tras saludarme con sus ramas, se alejaban por mis
costados, yo inspiraba despacio, profundamente, ese aire emocionado del otoño, oía
el canto de las chicharras y me dejaba llevar, disfrutando de la velocidad. Nos
sentíamos libres y privilegiadas a cincuenta por hora, daba igual a dónde
llegáramos, cualquier pueblo estaba bien y nos acogía ofreciéndonos agua fresca
de la fuente de la plaza, para volver a cualquier hora del atardecer a nuestras
casas, cambiarnos para salir a la terraza y pasar lo que quedaba del día con
nuestra panda, sin tener por qué hacer nada especial, solo estar juntos…»
Seguid el ritmo,
extended los brazos y los subimos y bajamos
Un paso a la izquierda,
levantamos derecha, espalda recta y tripa hacia adentro
En ocho cambiamos de
lado uno, dos, tres, cuatro,..
«19:10h»
«La casa ahora está descuidada. Desde
que me casé ya no hemos vuelto en los veranos. Este viernes tengo que ir, me
acercaré tras el trabajo a ver si todo sigue en orden y no han vuelto las
termitas. Son como un cáncer, no las
oyes, no sientes su presencia, no dejan ver los síntomas de la enfermedad que
están llevando a la casa, ocultas en los muros de la casa, socavándola,
hiriéndola mortalmente pero manteniendo las bambalinas del exterior de los
muros para que parezca lo que una vez fue pero con el alma vacía y a punto de
derrumbarse. Insectos ciegos buscando la humedad que rezuman las paredes
agotadas por el tiempo, en orden marcial y concienzudo. ¿Dónde está vuestro
nido? ¿Dónde vuestras reinas criando? Me siento como el ángel exterminador,
arrasando con trampas la colonia para que no quede ni un superviviente de la
plaga»
Ahora al suelo, coged
las colchonetas, las gomas elásticas y las pelotas de goma
Colocando la pelota
bajo el sacro, hacemos bicicleta
Uno, dos, tres,
cuatro,…
Vamos, más velocidad,
más altura, más ritmo
«
19:30h»
«Tendría que arreglar esa casa, qué pena
ver cómo se va destruyendo, desgarrando, poco a poco, con agonía y sufrimiento.
Por qué no me decido…Apenas he vuelto a ver a mi prima Lucy, y éramos almas
gemelas, inseparables. La echo de menos. ¿Por qué no la llamo? Su amistad y la
casa siguen la misma destrucción del olvido y la falta de cariño. Si ambas
hubiéramos seguido con nuestros novios de la panda, como el resto de amigas,
allí siguen, en el pueblo, reuniéndose en la terraza todos los veranos, ahora
con sus hijos, pero nosotras buscábamos más, ansiábamos más, nos ahogaba el
horizonte tan cercano, buscábamos al otro lado de la verja, al final del camino
y hemos terminado en otras vías, en otras vidas, en raíles paralelos que siguen
buscando pero ya no se encuentran. Hace ya más de treinta años…»
Coged
la pelota con las manos y llevamos los brazos a la derecha y las piernas a la
izquierda…en uno, dos, tres, cuatro,…
«19:45h»
« Cuando vaya este viernes la llamo
a ver si está por allí. Podría decirle a mi tía que el primer sábado que haga
bueno nos vamos a la huerta y hacemos unas migas. Qué ricas las migas, con
magro, chorizo, huevo frito y uvas. Deliciosas. Seguro que cuando vaya me tiene
preparado un cafetito con toledanas y mantecados. El mantel de las visitas en
la mesa camilla, los dos sillones de oreja con las puntillas de ganchillo sobre
el respaldo y los brazos. Las tazas de la vajilla buena, para una vez que
vienes, no te voy a poner las tazas de diario… ¿tomas leche con el café?
¿Azúcar? No sé cómo te puedes tomar el café tan amargo, yo lo tomo con una
cucharadita de leche condensada, que está tan rico. Ahora lo llaman café
bombón, según me dijo Mario, el del bar de la plaza.»
Estirad para no tener
agujetas mañana, pierna derecha uno, dos,…
Pierna izquierda uno,
dos,…
Uno,
dos,..
«20:00h»
Recogemos
y hasta el lunes
Sube por la calle relajada, una
sonrisa en los labios, disfrutando de la tarde, el paso lento, disfrutando el
paseo. Saluda a los vecinos que se encuentra y charla con ellos, siempre una
palabra amable. Saca el teléfono del bolsillo y llama a Lucy.
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