—Buenas
noches, me llamo Pablo. No hace falta que te presentes, supongo que eres “el
nuevo” ya me informaron de la central que hoy llegarías. Sígueme. Te enseño
donde está el vestuario y cuando te hayas cambiado, vemos las fichas de órdenes
y hacemos una ronda. ¿Cómo te llamas?
—Genaro,
Genaro Estevez. Hasta ahora hacía de conserje en una urbanización de lujo, pero
me echaron. Las brujas de la urba,
que no tienen más que hacer en todo el día que modelar sus culos en el gimnasio,
fiznes como le llaman allí, y sacar a
sus chuchos a que caguen en la puerta, le dijeron al presidente que no les daba
los buenos días cuando salían y que no les recogía los paquetes de SEUR cuando
no estaban. Y, joder, es que un vigilante no está pa eso. Si quieren un mayordomo, que se lo paguen.
—Bueno
Genaro, hemos llegado. La primera taquilla es la tuya. Dentro está la linterna,
las llaves, el walkie, las esposas y la
clave de la caja fuerte donde dejamos las pistolas cuando termina el turno.
Cámbiate y nos vamos.
—¿Estás?
Por la derecha. A mi lado. Como ves hay un sistema de cámaras vigiladas por
central. Aquí por la noche solo estamos dos. En total somos diez, cuatro por
turno mañana y tarde y dos por la noche. Los lunes libramos y los turnos los
vamos rotando, salvo tú que no sé por qué solo estás de noche. Mira, este es
Andrés. Hoy le ha tocado vigilar la sala de las naturalezas muertas…Esa sala
desde que ocurrió “aquello” está sellada y vigilada. Andrés, ya puedes
marcharte. Hasta mañana.
—Qué
suerte estar ahí parado, sentado en una silla todo el día. Voy a pedir que me
asignen a mí esta sala.
—Graciosillo
el nuevo.
—No
he dicho ningún chiste ¿eh? Conmigo no te pases, que te enteras.
—Tío,
tranquilo. Bien empiezas tú.
Dónde
se habrá metido el Genaro. Tipo raro donde los haya. No sé cómo pasan el test
psicológico. Me da mal rollo el tipo. Mira atravesao
cuando le hablas.
—¿Qué
haces ahí? ¿Has visto algo raro?
—A
ti que te importa, eran mis minutos de descanso y me estaba tomando el bocata y
un café.
—Pero
para eso tenemos la sala de descanso, ¡no puedes colarte en los despachos y
utilizarlos para descansar, tomarte el bocata o lo que te salga de las narices!
Voy oliendo por qué te echaron de tu último destino...
—¿Qué…has…dicho…?
Repite…eso que…has…dicho…
—Calma,
tío, de qué vas, son solo palabras, ¡no hay quien te dirija la palabra sin que
te cabrees!
çÇç
Otra
vez ha desaparecido ese impresentable. Vaya noche. Menos mal que ya son las
siete y cierra el turno.
—Buenos
días Marta. ¿Mucho frío?
—Buenos
días Pablo. Bastante. Abrígate bien y descansa. Rubén ya debe estar en el
vestuario.
—Pablo,
dónde está el nuevo ¿no ha estado contigo en el turno de noche? Mira, la
taquilla 8 está vacía y las pistolas no están en la caja fuerte.
—¡Peazo cabrón! No veas qué nochecita y
ahora esto…Anda llama a la central que me ha jodido la mañana.
çÇç
El
Genaro estaba en un despacho, limpiando las armas. Todo quedó en un susto, pero
le pusieron una falta grave y ahora me ha denunciado acusándome de que yo fui
quien le estuvo toda la noche atosigando y no le mostré claramente las órdenes
y las normas del museo. Aunque por mi historial de servicios me han dejado que
siga trabajando, estoy siendo investigado. ¡Será cabrón!
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