Normandie

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sábado, 26 de enero de 2019

MUSEO C3. El nuevo.



—Buenas noches, me llamo Pablo. No hace falta que te presentes, supongo que eres “el nuevo” ya me informaron de la central que hoy llegarías. Sígueme. Te enseño donde está el vestuario y cuando te hayas cambiado, vemos las fichas de órdenes y hacemos una ronda. ¿Cómo te llamas?
—Genaro, Genaro Estevez. Hasta ahora hacía de conserje en una urbanización de lujo, pero me echaron. Las brujas de la urba, que no tienen más que hacer en todo el día que modelar sus culos en el gimnasio, fiznes como le llaman allí, y sacar a sus chuchos a que caguen en la puerta, le dijeron al presidente que no les daba los buenos días cuando salían y que no les recogía los paquetes de SEUR cuando no estaban. Y, joder, es que un vigilante no está pa eso. Si quieren un mayordomo, que se lo paguen.
—Bueno Genaro, hemos llegado. La primera taquilla es la tuya. Dentro está la linterna, las llaves, el walkie, las esposas y la clave de la caja fuerte donde dejamos las pistolas cuando termina el turno. Cámbiate y nos vamos.

—¿Estás? Por la derecha. A mi lado. Como ves hay un sistema de cámaras vigiladas por central. Aquí por la noche solo estamos dos. En total somos diez, cuatro por turno mañana y tarde y dos por la noche. Los lunes libramos y los turnos los vamos rotando, salvo tú que no sé por qué solo estás de noche. Mira, este es Andrés. Hoy le ha tocado vigilar la sala de las naturalezas muertas…Esa sala desde que ocurrió “aquello” está sellada y vigilada. Andrés, ya puedes marcharte. Hasta mañana.
—Qué suerte estar ahí parado, sentado en una silla todo el día. Voy a pedir que me asignen a mí esta sala.
—Graciosillo el nuevo.
—No he dicho ningún chiste ¿eh? Conmigo no te pases, que te enteras.
—Tío, tranquilo. Bien empiezas tú.
Dónde se habrá metido el Genaro. Tipo raro donde los haya. No sé cómo pasan el test psicológico. Me da mal rollo el tipo. Mira atravesao cuando le hablas.
—¿Qué haces ahí? ¿Has visto algo raro?
—A ti que te importa, eran mis minutos de descanso y me estaba tomando el bocata y un café.
—Pero para eso tenemos la sala de descanso, ¡no puedes colarte en los despachos y utilizarlos para descansar, tomarte el bocata o lo que te salga de las narices! Voy oliendo por qué te echaron de tu último destino...
—¿Qué…has…dicho…? Repite…eso que…has…dicho…
—Calma, tío, de qué vas, son solo palabras, ¡no hay quien te dirija la palabra sin que te cabrees!
           
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Otra vez ha desaparecido ese impresentable. Vaya noche. Menos mal que ya son las siete y cierra el turno.
—Buenos días Marta. ¿Mucho frío?
—Buenos días Pablo. Bastante. Abrígate bien y descansa. Rubén ya debe estar en el vestuario.
—Pablo, dónde está el nuevo ¿no ha estado contigo en el turno de noche? Mira, la taquilla 8 está vacía y las pistolas no están en la caja fuerte.
—¡Peazo cabrón! No veas qué nochecita y ahora esto…Anda llama a la central que me ha jodido la mañana.

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El Genaro estaba en un despacho, limpiando las armas. Todo quedó en un susto, pero le pusieron una falta grave y ahora me ha denunciado acusándome de que yo fui quien le estuvo toda la noche atosigando y no le mostré claramente las órdenes y las normas del museo. Aunque por mi historial de servicios me han dejado que siga trabajando, estoy siendo investigado. ¡Será cabrón!

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